Éxodo a las afueras

Desde DELIBERTY hablamos sobre cómo la pandemia ha puesto sobre la mesa la precariedad habitacional y la necesidad de mejorar nuestras condiciones de vida. La España vaciada mira con buenos ojos el regreso al origen. Pero ¿estamos ante un éxodo a las afueras o frente a moda pasajera?

Analizamos desde distintos puntos de vista esta tendencia y te explicamos qué tienen que decir un buzón inteligente para paquetes en todo esto.

La pandemia nos ha dejado mucho tiempo para reflexionar en el interior de nuestras casas. Quienes viven en la ciudad han comprobado que viven en espacios pequeños, con poca luz y poca ventilación. Quienes tenían un balcón o una terraza han sufrido menos las consecuencias emocionales del confinamiento.

El corazón de las grandes ciudades y los suburbios completamente vacíos durante el confinamiento han dejado imágenes que difícilmente borraremos de nuestro imaginario colectivo. Hacinados en colmenas, habitando pisos compartidos por la imposibilidad de costear una vivienda digna en el centro de la ciudad y con gran parte de los atractivos de las urbes desactivados por la distancia social. Las ciudades grandes se han convertido en cuellos de botella.

El confinamiento y la desescalada fue retransmitido en directo en redes sociales por cada uno de nosotros y nosotras. De esa forma pudimos comprobar que quienes vivían en las afueras o en pueblos podían pasear sin preocupaciones. Las consultas en los portales inmobiliarios sobre viviendas unifamiliares o chalets se multiplicaron.

El 55% de la población mundial vive en ciudades. Este ha sido uno de los factores más importantes para que la pandemia de la COVID se haya extendido de forma tan rápida. El contacto estrecho entre humanos y sus dinámicas sociales en la ciudad forman parte de la lógica expansiva del virus.

Las nuevas dinámicas laborales impuestas por la pandemia con la integración del teletrabajo y el impulso de la digitalización, con una hipotética revisión de la jornada a 4 días, hacen que mucha gente se esté planteando dejar la ciudad por el campo. Este pensamiento, que viene de la mano de otras tendencias (la vida más lenta, sostenible y ecológica) está removiendo la vida interna de la ciudad y tendrá consecuencias sobre el diseño urbanístico, la construcción o la movilidad.

 

Sergio del Molino en su libro “La España vacía” habla del concepto y problemáticas de lo que llama «neorurales», refiriéndose a esos profesionales liberales que regresan al medio rural llamados por sus bondades y se encuentran con la realidad de un contexto duro y complicado. La vida en el medio rural nunca fue sencilla. La falta de recursos, de ocio, atención médica o de servicios, pero también entornos sociales muy distintos a los de las ciudades, complican una existencia que de entrada podría dibujarse como idílica.

Si el abandono de lo rural se produjo por la búsqueda de mejores condiciones de vida el abandono de la ciudad se producirá por una huida del bullicio y la velocidad. Esta corriente es un calco de la que se produjo en Europa después de la pandemia de la gripe de 1918, en la que algunos sectores de la alta burguesía e incluso algunas empresas se deslocalizaron.

 

Cuando las personas dejan la ciudad para irse al campo no sólo dejan atrás su antigua vivienda, también su modo de vida y sus hábitos. Para muchos ese cambio es tan radical que no consiguen adaptarse, para otros se convierte en la mejor decisión de sus vidas.

Del otro lado, la vida en los pueblos está sufriendo las consecuencias de ese éxodo y gran parte de las políticas públicas en estos entornos se dirigen a hacer más “cosmopolita” la vida rural. Esta lógica, que tiene que ver con la visión urbana, está siendo también muy criticada por algunos pensadores y colectivos.

La falta de servicios y de ocio suelen estar señalados como “contras” de la vida rural y los “pros” están asociados a un ritmo más pausado y conectado con la naturaleza.

Según algunos expertos la era digital será también la del abandono de los barrios superpoblados por una nueva periferia. El centro de las ciudades se urbanizará para hacerlos más transitables y cómodos. Algunas de las políticas de contención planteadas han dibujado el borrador de lo que será el nuevo centro urbano, como ha ocurrido en Barcelona o París.

De lo que hablamos cuando ponemos el foco en la tendencia de irse al campo es, en realidad, de ideas o pensamientos que sólo unos pocos pueden llevar a cabo. Pero lo que si enuncia esta tendencia es un síntoma que pone la atención en la manera de entender lo urbano. Las ciudades necesitan ser revisadas para que los seres humanos puedan vivir en ellas de manera más sostenible.

Irse al campo es la solución de unos pocos parar cubrir esa necesidad, pero la centralidad de las grandes ciudades en el siglo XXI hace imposible plantear ese éxodo a las afueras para el conjunto de la población. El éxodo al campo es una tendencia aspiracional que en realidad lo que busca son mejores condiciones de vida, atravesada por la ensoñación de deslocalización laboral y el mantenimiento de algunas comodidades.

El futuro, sin ninguna duda, pasa por nuevos modelos de habitar la ciudad y reconfigurarla para hacerla más sostenible. Seguramente la periferia vuelva a situarse en el centro de los procesos urbanísticos y los pueblos verán la llegada de nuevos habitantes.

Quienes puedan irse a vivir a las afueras se encontrarán con tener que adaptar sus costumbres y manera de vida al campo. Por ejemplo, a la hora de realizar sus compras o de recibir sus paquetes en tiempo y forma debido a las problemáticas de la logística en estos puntos. Para ello, los buzones inteligentes para paquetes DELIBERTY ofrecen una solución.

El buzón inteligente es también una herramienta para el éxodo a las afueras.

 

 

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